La borrasca Filomena ha dejado tras de sí unas temperaturas dignas del Ártico que bien merecen ser aliviadas con unas buenas sopas de ajo. Y que mejor que aprovechar la calidad de los productos de nuestra tierra como el ajo de Vallelado para hacer de este típico plato la gran estrella de nuestra mesa en estos tiempos invernales.
El ajo de Vallelado empezó a comercializarse con marca de garantía en el año 2015, al amparo de la Asociación para la Promoción del Ajo de Vallelado de la que forman parte 24 socios de unas 15 localidades de las provincias de Segovia y Valladolid y que cuentan con una superficie de producción de unas 2.200 hectáreas.
Esta asociación fue promovida por el Consorcio Agropecuario en 2008 con el objeto de poner en valor y promocionar el ajo y fomentar su comercialización y expansión en los mercados.
El ajo de Vallelado se distingue por la uniformidad y gran tamaño de sus dientes, más del doble que los ajos de importación. Además, no están adosados como en otras variedades por lo que son más fáciles de separar y pelar.
Se trata de un ajo blanco brillante, de textura crujiente, aromática y persistente en la boca. Sus propiedades y peculiaridades han sido reconocidas por el ITACyL (Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León) y le han incluído entre las figuras de calidad de la Junta de Castilla y León.
La calidad de este ajo está ligada a que es un ecotipo o subpoblación diferenciado y restringido a un hábitat específico, lo que le otorga una genética adaptada a las condiciones climáticas y de suelo particulares del entorno de Vallelado. La zona de producción está sometida a los mayores saltos térmicos, desde los -15ºC en invierno en época de plantación, a los 40ºC en verano durante la recolección.
Ahora que sabemos el porqué elegir ajo de Vallelado para nuestros caldos, es hora de traeros una receta que el restaurante Duque nos traslada de este clásico de la cocina castellana.
Recomendaciones para hacer las sopas de ajo:
- Un toque que le va muy bien a la receta es en vez de hacer la base con aceite, fundir con manteca de cerdo y después agregar los ajos.
- El mejor pan que podéis utilizar es el típico pan castellano, pero no del día. Es mejor pan duro de varios días.
- Tenéis que procurar que el caldo no rompa nunca a hervir durante el proceso de cocción.
Ingredientes:
- 50 ml de aceite de oliva virgen extra
- 4 dientes de ajo
- Rebanadas de pan del día anterior
- 2 cucharadas de pimentón
- Una punta de comino
- 6 huevos
- Pimienta y sal
Modo de preparación:
- Lo primero de todo es pelar los ajos fileteándolos. No es necesario que los hagáis muy finos. Son los que nos van a dar gran parte del sabor a nuestra sopa.
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Ahora necesitamos una cazuela en la que echaremos el aceite y los ajos hasta que tomen un color dorado.
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Añadimos los taquitos de jamón y removemos todo.
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Cuando los ajos van agarrando ese color dorado (sin quemarse) añadimos los trozos de pan cortado y lo damos vueltas a todo.
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Retiramos la cazuela del fuego y añadimos el pimentón. Esto lo hacemos para que no se nos queme. Si eso se produce, se nos va a echar a perder la sopa.
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A fuego lento, removemos ahora todo para que se mezcle.
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Ahora añadimos el agua y dejamos cocer a fuego medio durante unos 20 minutos. Durante este tiempo no hace falta remover la sopa.
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Añadimos sal, comino y pimienta. Tenéis que probar la sopa antes de añadir la sal, no sea que el jamón haya soltado suficiente.
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En un recipiente rompemos los huevos y los batimos. Podéis hacer un cálculo de un huevo por persona. Pero lo dejamos a vuestro gusto.
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Dejamos cuajar durante 3 o 4 minutos.
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Servimos muy caliente en un cuenco o cazuelas de barro, como manda la tradición.
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