Normalmente hablamos de la gran riqueza agroalimentaria de Segovia, sin embargo, aprovechando la reciente festividad de San Frutos, patrón de Segovia, vamos a hablar sobre el increíble destino turístico y de peregrinación que es la Ermita de San Frutos y la leyenda que se cuenta sobre ella.
En lo alto de un acantilado en la Hoces del Río Duratón, cruzando un pequeño puente de piedra de apenas unos metros se alza esta edificación. Cañones sobre el río de cien metros de altura resguardan el pequeño camino que te lleva hasta la ermita causando una gran impresión.
La primera pregunta que se le ocurre a cualquier visitante es, sin duda, ¿por qué han elegido este lugar para levantar un templo? El monumento se levanta en pleno Parque Natural de las Hoces del Río Duratón, por lo que es muy fácil que estando de pie en uno de sus numerosos miradores, con esas vistas increíbles, cruce por delante de tus ojos un buitre y puedas apreciar que es casi tan grande como tú.
La Ermita de San Frutos es hoy uno de los hitos turísticos de España, pero cuando fue construida allá por el año 1.100, tenía otro uso. La ermita se construyó sobre una pequeña iglesia erigida por el Abad Fortún, después de la donación de Alfonso VI de este priorato al monasterio de Santo Domingo de Silos en 1076, bajo la dirección del maestro Michel. Fue consagrada por el arzobispo de Toledo, Don Bernardo, en el año 1100. A su lado se construyeron dependencias para un reducido grupo de monjes.
La Leyenda de San Frutos pajarero
San Frutos nació en Segovia (642-715?), de donde es patrón, en el seno de una familia visigoda acomodada. Siendo muy joven y de acuerdo con sus hermanos, repartió sus bienes entre los pobres y se retiró a la iglesia de San Frutos para vivir santamente.
Son muchas las leyendas que se cuentan en torno a la figura del santo. Una de ellas explica la formación de la grieta que salva el pequeño puente que da acceso a la ermita, esta gran grieta que divide la hoz recibe el nombre de cuchillada de San Frutos.
Cuenta la leyenda que San Frutos quiso proteger a un grupo de cristianos que huían de los moros, y al llegar pidiendo ayuda a la ermita, una vez cruzaron, San Frutos separó la gran roca en dos con su báculo, evitando que entraran los moros, hiriéndolos y provocando el miedo en alguno de ellos que salieron corriendo.
Otra historia trata un milagro de 1.225 protagonizado por “la despechada”. Resulta que un marido muy celoso empujó desde lo alto de la hoz a su mujer por ser adúltera, pero la sorpresa fue que no sufrió ningún daño. Por lo que la mujer, agradecida, donó todos sus bienes al priorato y vivió muchos años más. El milagro aparece documentado por una inscripción que figura en la ermita donde puede leerse: “Aquí yace sepultada una muger de su marido despeñada y no morió i hizo a esta casa lymosna de sus bienes”
Hoy en día los segovianos y segovianas homenajean tradicionalmente al santo reuniéndose en la Plaza Mayor de Segovia, al calor de las típicas sopas del Santo, unas sopas de ajo con el añadido de diversas variedades de carne segoviana, lo que la convierte en una receta muy especial para un día muy especial, el 25 de octubre.